jueves, 25 de diciembre de 2008

chega de saudade

Les encantaba encontrarse en ese bar. Sin tan siquiera haber acordado una hora.
Poder salir de casa y tener la certeza de que al traspasar el umbral se encontraría a alguna de las otras dos leyendo un libro con una enorme taza de te en la mano, eso era!

Aquel bar que, privativamente, ya consideraban como de su propiedad. Ese en el que podían pasar tardes enteras escribiendo poemas según las cinco palabras que a cada cual se le ocurriese en tan sólo un instante.

Era como poner sobre el tapete todas las huellas del momento, del día, de las interminables semanas que podían llegar a pasar sin verse... Juego y revelación. Que gran placer! Cimentar relatos ya creados bajo pantallas de turbaciones, completar vacíos con el azar de sus ausencias, modelar recuerdos sobre efímeras intenciones...

Nunca encontrarán un refugio como aquél, como ese bar, donde las penas se convierten en secretos compartidos, que bajo la forma de frágiles propósitos de enmienda, se quiebran al compás de las primeras palabras del espíritu y los últimos acordes del contrabajo...

2 comentarios:

menina olé dijo...

..relato histórico del origen del nombre de este blogger "meninaSchas". Toque misterioso e místico, preguntadle a Irene..

Anónimo dijo...

la verdad es que hay sitios donde uno está tan a gusto que se quedaría a vivir para seimpre allí, aunque fuera un bar o fueran unos brazos

(o un corazón, ya puestos)